El caso de las mafias y las compras de visados ilegales en los consulados españoles en Marruecos (ocho) es el más preocupante e importante por su cantidad y por la proximidad del país a España y a su entrada en Europa. Pero no es el único. En marzo pasado la policía boliviana desarticuló una banda similar que operaba dentro del consulado de Santa Cruz de la Sierra, en Bolivia, con métodos parecidos. Las señales de alarma detectadas han sido diferentes y el resultado de las operaciones y de las investigaciones internas prácticamente el mismo: silencio, olvido, mirar para otro lado y volver a empezar.
Una de las intervenciones realizadas en un consulado español de Marruecos saltó tras detectarse la falsificación del visado de un joven ingresado en un hospital belga. En Rabat la gran trama montada se empezó a deshilachar en 2014 gracias a la denuncia anónima de un periodista local de Nador, con el que habló personal de la embajada, que proporcionó muchos datos y se pudo encontrar de entrada 18 documentos falsos. Ese informe con la denuncia interna se envió a la sede central del Ministerio en Madrid que mandó una inspección general en 2017.
En la Oficina de Información Diplomática (OID) relacionan ahora esa inspección con las dos detenciones por parte de la Dirección General de Seguridad Nacional (DGSN) marroquí de la semana pasada, reveladas por el diario local Assabah. El periódico informó de una banda compuesta por 13 miembros y cuatro “funcionarios locales” infiltrados en los servicios de informática e investigados. Uno de ellos con doble nacionalidad. El Ministerio ha abierto otra investigación interna, aunque afirma que Marruecos aún no les ha comunicado el motivo de esas detenciones. La anterior, la de 2017, se concluyó con el despido de dos empleados que luego plantearon en Madrid una demanda al Tribunal de lo Social que acaba de ser desestimada. Uno de ellos, la exjefa de servicio Rosario Castillo García, había advertido, durante su etapa en el consulado de Tánger, de 25 visados falsos en una revisión de los concedidos en dos semanas. Luego, cuando fue descubierta en Rabat, pidió el traslado a Madrid y la jubilación anticipada.
Consulado de Rabat
El consulado de Rabat expide unos 35.000 visados Schengen al año y otros 9.500 de nacionales por reagrupación familiar. En el departamento de visados hay cuatro jefes y entre ocho y 10 empleados locales. Están saturados y más en el periodo veraniego, cuando las tramas intensifican hasta un 40% la presentación de papeles. Todos esos documentos son imposibles de verificar. Las falsificaciones, además, son buenas, muy profesionales. Cuando le llegan a la firma al canciller o al cónsul apenas tienen tiempo para estampar su rúbrica. Algunos jefes o empleados llevan en ese consulado o en otros de Marruecos (es habitual el trasvase dentro del mismo país) décadas y se saben todos los recovecos. El cónsul y el canciller cambian de destino.
En Madrid, en el Ministerio, aluden al aluvión de trabajo como justificación. Reciben unas 1.000 quejas al año de sus 90 consulados (de los dos millones de trámites que se efectúan) y en su plan anual se fijan obligatoriamente seis inspecciones. (Tomado de El País)