Brahim Ghali felicita a su homólogo ecuatoriano por el 213 aniversario de la independencia de su país

  El Presidente de la República felicita a su homólogo ecuatoriano por el 213 aniversario de la independencia de su país SPS   Bir Lehlu (República Saharaui), 10 de agosto de 2022 (SPS) – El Presidente de la República y Secretario General del Frente POLISARIO, Sr. Brahim Ghali, felicitó este miércoles a su homólogo ecuatoriano, Guillermo Laso Mendoza, con motivo del 213 aniversario del primer grito de independencia de la República del Ecuador, que coincidió con el 10 de agosto de 1809. En la carta de felicitación a su homólogo ecuatoriano, el Presidente de la República expresó “sus más sinceras felicitaciones, en nombre del pueblo y del gobierno de la República Saharaui, al hermano gobierno y pueblo del Ecuador, con motivo del 213 aniversario de la independencia”. “Este hecho histórico llevado a cabo por el valiente pueblo ecuatoriano, permitió sembrar las semillas de la liberación y emancipación en América Latina, así como el cumplimiento del sueño de indep

Resistir y vencer: la batalla sobre el ring de los niños saharauis


Los niños saharauis pelean por un sueño Lo hacen en Smara, un campo de refugiados, donde el boxeo es una escuela de vida, una forma de liberación
Smara es uno de los campos de refugiados cerca de Tindouf donde se encuentra una gran parte de las 250.000 personas que viven desplazadas de su tierra por la invasión de Marruecos y Mauritania hace ya 42 años. Los saharauis siguen esperando y resistiendo en la zona más dura del desierto del Sahara conocida como la hamada, tierra perteneciente a Argelia donde el cultivo es un imposible y la única forma de sobrevivir es gracias a la ayuda internacional de ONGs y sobre todo de gente anónima que ayuda y mantiene unidas las raíces con este pueblo, una gente cautivadora que te atrapa con su solidaridad y su capacidad de resistencia.

Dentro de los campamentos destaca la figura generosa de un italiano de 36 años. Se llama Sergio Fiorenzano, más conocido como Janis. Él nunca fue púgil profesional, pero ha hecho del boxeo un reducto de solidaridad en una parte del mundo, el Sahara, en el que arrancar la sonrisa de un niño vale por diez.
Todo comenzó cuando Janis se fue de Milán a Smara para correr el Sahara Maratón en 2012, una carrera solidaria entre diferentes campamentos de refugiados que te hace sentir campeón solo con cruzar la meta. Dos años después, puso en funcionamiento la primera escuela de boxeo en Smara y posiblemente la primera escuela de boxeo para niños en un campo de refugiados. Allí se han ido formando un grupo de unos 12 niños por escuela en la que se entrena habitualmente tanto por la mañana como por la tarde. Cualquier niño que quiera probar es bienvenido. Se suelen juntar hasta 30 o 40, que cruzan guantes, aprenden reglas de comportamiento, hábitos de higiene... El ring es otro mundo para ellos. Su cuerpo y su mente se cultivan. El respeto, la educación y el compañerismo que se ve entre los niños saharauis es algo que le llamó la atención. Janis sostiene que en Europa todavía no se ha alcanzado tal nivel de convivencia. Esto junto a la condición física y el sacrificio de los niños de estas tierras les convierte en unos pupilos con una capacidad de aprendizaje asombrosa.
El objetivo de todo este proyecto sería poder hacer una selección de cinco o seis niños para poder llevarlos en unos años a Italia, donde pudieran formarse de una manera más profesionalizada. La idea sería darles la posibilidad de soñar con escapar del desierto. Todo este proyecto no comenzó por casualidad. En el año 2012, cuando Sergio vino por primera vez a los campamentos de refugiados, trabajaba en una cárcel cercana a Milán, la de Volatte, donde daba clases de boxeo. La impresión que se llevó a la vuelta de la carrera era que había estado viviendo esa semana con los saharauis en una prisión muy grande a cielo abierto y que no había muchas diferencias con Volatte. ¿Por qué no intentarlo?
Sergio enseña a los niños desde el ejemplo. Considera que para que puedan aprender, tienen que ver que él es el primero en sacrificarse sin perder el optimismo nunca. La segunda escuela, ubicada en Al Aiun, la puso en marcha el año pasado y este curso está casi terminada la que se ubica en el Campamento 27 de febrero. El proyecto se ha vuelto mucho más ambicioso porque, aparte del entrenamiento que tienen los niños entre 7 y 16 años, también comen allí y como dice Sergio "aquí vienen, se entrenan y comen o vienen para comer y luego se entrenan. Me da igual. Comer nunca está asegurado por aquí por eso me parece importante el proyecto".
Cada escuela necesita un presupuesto de mantenimiento de unos 1.000 euros al mes que él pone de su bolsillo. El proyecto es pionero dentro de un campo de refugiados. Se intenta evitar el sedentarismo y fomentar el deporte en unas condiciones climáticas adversas. Para la creación de la escuelita de boxeo, Janis ha necesitado la ayuda del saharaui Husein Abba, que estudió y se formó dentro de la escuela de deporte cubano durante ocho años. Él es la persona encargada de conducir las clases cuando Sergio vuelve a Italia.
El ring está construido de manera muy rudimentaria con tres cuerdas que delimitan el espacio presidido por la bandera saharaui. Sobre ella la foto del mito del boxeo por excelencia, Muhhamad Ali, cuya figura es inspiradora para estos niños. Un luchador para estos luchadores. En el centro se puede leer un lema que reza así: "Resistir y vencer", que es la perfecta definición de todo este pueblo desplazado de su tierra durante tantos años.
Las fotos de Ali no son casuales en el contexto de una decoración tan austera. Sergio pretende dirigirse a los niños y enseñarles no solo el arte del boxeo sino los valores y compromisos éticos del mito. Todo el material dentro de esta pequeña escuela-gimnasio es colectivo. Todo es de todos. Mientras esperan y esperan, los niños que acuden a los entrenamientos se entregan al máximo porque en un futuro no muy lejano podrían llegar a competir bajo su bandera y en la tierra de donde salieron sus familias huyendo de la muerte y la guerra. Al fin y al cabo, resistir es vencer.