por Jorge Alejandro Suárez Saponaro. Autor libro Sahara Occidental EL conflicto olvidado Editorial EUDE
La situación de eterno impasse en el Sahara Occidental, plantea algunas reflexiones y un verdadero llamado a la reflexión de un drama que ya tiene más de cuatro décadsas, ante la indiferencia de gran parte de la Comunidad Internacional. Los buenos amigos que tiene Marruecos en Occidente, le ha permitido transformarse en una garantía para mantener la impunidad de los graves crímenes del pasado, como los presentes cometidos en los llamados territorios ocupados. Es más, el Secretario General de Naciones Unidas Bar Ki – moon, no hace mucho tiempo atrás, en su mensaje al Consejo de Seguridad, previo a la votación sobre la prórroga del mandato de la MINURSO, resaltó la necesidad de un monitoreo independiente de los Derechos Humanos. No solo reclamó la necesidad de hacer algo en materia de derechos humanos, sino también se pronunció sobre la necesidad de progresos urgentes, con el objetivo de avanzar sobre el actual de estado de cosas, que como es público y notorio hace décadas desde la entrada en vigencia del cese del fuego de 1991 no hubo avances significativos. No solo el Secretario General hizo un llamado a las partes ajustarse a derecho, especialmente Marruecos, sino que los antiguos responsables de la ONU en el Sahara Occidental hicieron un llamado a tomar medidas concretas en dicho territorio. Frank Ruddy, antiguo diplomático de Estados Unidos que cumplió funciones como responsable de la ONU en el Sahara resaltó, en una carta dirigida al Presidente de Francia, la necesidad de desactivar tensiones, especialmente entre millares de jóvenes saharauis, hartos de ese estado de “No Paz, No guerra”, sin expectativas y sumidos en la pobreza, se pueden transformar en un objetivo ideal para la prédica de organizaciones extremistas, mas allá de la labor de la RASD para mantener unido al pueblo. Pero los dirigentes saharauis, saben muy bien que este estado de cosas no llevará a ningún lado bueno. La actual gestión de Guterres genera serias dudas, que beneficie en algo a los saharauis para romper el status quo. No obstante ello debemos resaltar los fallos judiciales europeos que nuevamente perjudican a Marruecos y pone en evidencia la ilegalidad de la situación, no solo en materia de la ocupación, sino en la explotación de recursos naturales.
La Potencia ocupante, situación jurídica que reniega Rabat pero que es una realidad más que evidente, no ha hecho que violar sistemáticamente el derecho internacional. Por empezar el territorio saharaui fue objeto de una brutal invasión militar, que la potencia administradora, España denunció en su momento en los prolegómenos de los Acuerdos de Madrid, en las propias Naciones Unidas, cuando el pueblo saharaui creía aún, en las promesas de las autoridades coloniales que irían camino a la independencia.
En el caso del Sahara observamos lo que es “doble estándar” de la “moral” internacional o mejor dicho de los intereses de los actores que forman parte de este drama. Recordemos lo que paso con Libia, donde en nombre de la protección de los derechos humanos, la OTAN intervino. También hemos visto otras intervenciones en el marco del Cap VII años anteriores en Africa como el caso de Darfur, en el marco de la doctrina RTP (Responsabilidad de Proteger). Una polémica corriente que sobre la base de la existencia de evidencia de graves violaciones a los derechos humanos, como hemos visto en los Balcanes, África y Asia, la comunidad internacional por medio de sus Instituciones como al ONU tienen la posibilidad de intervenir sobre las reglas impuestas por la Carta de las Naciones Unidas. Lamentablemente el criterio aplicado para los saharauis no es el mismo. Sino más bien el olvido y el “mirar hacia otro lado”, particularmente por parte de España que no asume el papel asignado por el Derecho Internacional. Solo Madrid tiene la llave para destrabar el conflicto. Ello no impide que la RASD busque nuevos apoyos en la Comunidad Internacional. A nuestro modesto juicio, América Latina, puede ser un factor a ser considerado. La actual situación política, genera reservas sobre las posibilidades de nuevos reconocimientos, pero ello no impide que deban explorarse declaraciones favorables en el Parlasur (Uruguay es parte de dicho organismo y reconoce a la RASD), en el marco de la OEA (varios Estados reconocen a la RASD) y otros foros regionales. Consideramos que si Brasil reconociera a la RASD, el resto de los países seguirían su ejemplo, como pasó con Palestina. Los comités de amistad juegan un gran papel para generar conciencia sobre el drama de los saharauis y promover interés en la opinión pública. Nosotros consideramos que la gran batalla que debe librar la RASD es la de ser reconocida como “Estado Observador” en la ONU, siguiendo el ejemplo palestino.
En caso de conflicto armado entre las partes , los nombres y apellidos de los culpables estarán sentados en el Consejo de Seguridad de la ONU. Su actitud los hace responsables del deterioro de la paz en el Sahara Occidental, así como cómplices de los abusos de la Potencia ocupante hace décadas.