Los disturbios de Niká, la mayor revuelta callejera de la historia
Taufiq Buashrín
Las palabras se quedan cortas para trasladar la indignación y la
vergüenza que siente el ciudadano marroquí al ver la noticia de la
muerte de 15 mujeres en la localidad de Bulaalam, en las afueras de
Esauira, para conseguir una cesta de ayuda valorada en 150 dírhams (14
euros aproximadamente). No es solo una avalancha lo que ha matado a esas
mujeres ni tampoco la negligencia de las autoridades para organizar el
reparto es la única responsable de esas muertes dramáticas. Es la
política social del Estado la que ha matado a las mujeres de la
población de Bulaalam y la que mata cada día a mujeres, hombres y niños
en una tierra que ya no da lo necesario para quedarse aquí a millones de
pobres, marginados, desempleados, damnificados, ciudadanos aislados
tras los muros de la fragilidad, sin que se les tienda una mano de
compasión, de ayuda.
Los altos responsables que hoy se lamentan en Rabat de la pérdida de
esas mujeres de Bulaalam, tienen que sentir vergüenza de sí mismos
porque no han tenido compasión de ninguno de los pobres de este país, no
han permitido que la misericordia de Dios llegue hasta ellos. El día
que el ex presidente del gobierno, Abdelilá Benkirán, redactó un
proyecto de resolución para ayudar a dos millones de familias pobres con
1.000 dirhams al mes del Fondo de Compensación, que va a parar a los
bolsillos de los ricos, aquellos pusieron el grito en el cielo,
advirtieron de la aplicación de esa resolución, se opusieron a ella con
contundencia alegando que perpetuaría a Benkirán en el gobierno, que
aumentaría su popularidad, que Benkirán “sobornaba a los pobres” para
que votaran al PJD y por eso no podía aprobarse “excepto pasando por
encima de sus cadáveres”.
(…)
Cuidado con la revolución de los hambrientos porque cuando se desata,
no hace excepciones con nadie, no conoce freno ni sabe cómo negociar o
hacer concesiones o buscar soluciones intermedias. Hace un año murió el
vendedor de pescado en Alhucemas y toda la ciudad le siguió al
cementerio, y la gente se ha pasado un año entero en la calle juzgando
al Estado hasta que ha sido encarcelada y llevada a los tribunales. Este
año también se desencadenó la revolución de los sedientos de Zagora,
quienes no regresaron a sus casas hasta que se dictaminaron duras
sentencias contra ellos, y hoy mueren 15 mujeres en las afueras de
Esauira mientras la elite capitalina anda ocupada con una pregunta:
¿Será Benkirán reelegido por tercera vez al mando del PJD? ¿Se mantendrá
el gobierno de Al Ozmani si Benkirán es reelegido en el próximo
congreso de su partido?