Como
cada año por estas fechas, el monarca afirmó con rotundidad la postura
de su país sobre su primera causa nacional: "El Sáhara seguirá siendo
marroquí hasta el final de los tiempos, y poco importan los sacrificios
que se necesite hacer para que sea siempre así".
Pero en este
discurso, el primero en la era de Antonio Guterres como Secretario
General, el monarca quiso dejar claro que Marruecos se compromete "con
la dinámica actual querida por Guterres", antes de añadir: "Así será en
tanto en cuanto se respeten los principios y fundamentos de la posición
marroquí", que cifró en cuatro ejes.
El primero es el más tajante: "No
es posible ningún arreglo al asunto del Sáhara fuera de la soberanía
plena y entera de Marruecos sobre su Sáhara, ni fuera de la iniciativa
de autonomía", descartando así de plano la opción del referéndum de autodeterminación a la que se aferra el Frente Polisario.
Otra
de las condiciones reside en que el Consejo de Seguridad "es la única
instancia internacional encargada de supervisar el proceso de solución",
lo que equivale a descartar a otros órganos de la ONU, y aun con más
razón a la Unión Africana o a otros foros.
En las votaciones del
Consejo de Seguridad, Marruecos siempre cuenta con el apoyo
inquebrantable de Francia, lo que le ha permitido en el pasado suavizar
el tono de algunas resoluciones o directamente borrar críticas
contenidas en algunos informes a la política marroquí.
Otra
condición impuesta por el rey es "el rechazo categórico (...) a toda
propuesta obsoleta para desviar al Plan de Arreglo de los parámetros de
referencia fijados o incluir abusivamente otros temas, que deben ser
tratados por las instancias competentes".
Con ello, Mohamed VI se
refiere a los intentos del Polisario, que han encontrado eco en varios
países, de incluir una tarea de vigilancia de los derechos humanos en
las funciones de la misión de la ONU en el Sáhara (Minurso), algo a lo
que Rabat se ha negado ferozmente.
Según el discurso marroquí de
los últimos años, la Minurso debe limitar su mandato a observar el alto
el fuego, avanzar en el desminado del terreno y propiciar visitas entre
familiares de uno y otro lado del muro de seguridad, sin ninguna
responsabilidad política.
El mensaje de Mohamed VI a Antonio
Guterres, muy explícito, se produce cuando el nuevo Enviado Personal de
Guterres para el Sáhara, Horst Köhler, aún no ha entregado al Consejo de
Seguridad el informe de su visita a la región emprendida durante gran
parte de octubre, un informe que tiene previsto entregar el 22 de
noviembre.
Durante esa primera gira tras su nombramiento en
agosto, Köhler no visitó el Sáhara Occidental controlado por Marruecos
(que incluye la mayor parte del territorio), y limitó su gira a Rabat,
Argel, Tinduf (sede del Frente Polisario en territorio argelino) y
Madrid, sin que se haya filtrado nada de sus conclusiones.
En su
discurso de hoy, Mohamed VI no menciona a Köhler por su nombre pero sí
afirma que Marruecos está dispuesto a "cooperar con el Enviado
Personal", pero siempre según las condiciones de Rabat.
Marruecos
tuvo una relación muy tirante con el anterior Enviado Personal, el
estadounidense Christopher Ross, al que acusaba de parcial y favorable
al Polisario: en un primer momento le retiró su confianza, pero como Ban
Ki-moon lo mantuvo en su puesto, entonces Marruecos lo humilló
prohibiéndole poner los pies en El Aaiún ni en ningún territorio
controlado por Marruecos.
Sobre el papel, Marruecos cree que
Guterres será más próximo a sus tesis que Ban Ki-moon, pero en cualquier
caso, y para que las cosas queden claras, hoy el monarca prefirió
ponerle en claro sus condiciones.